La mayoría de los estándares mínimos de ventilación fuera de las instalaciones de investigación y atención médica especializadas sólo controlan el olor, los niveles de CO2, la temperatura y la humedad. También deben controlarse según la demanda para adaptarse a las diferentes ocupaciones de los espacios interiores y las diferentes actividades y ritmos respiratorios, como hacer ejercicio en un gimnasio o sentarse en una sala de cine. Esto no significa que cada espacio interior debe convertirse en una instalación de bioseguridad, pero un edificio debe diseñarse y operarse de acuerdo con su propósito y las actividades que se llevan a cabo allí, de modo que el riesgo de infecciones transmitidas por el aire se mantenga por debajo de un nivel aceptable .
Se establece que las inversiones necesarias para mejorar los sistemas de ventilación y climatización podrían ser menos del 1 % del costo de construcción de un edificio estándar, y se puede obtener un ahorro mucho mayor al reducir los costes sociales de las infecciones.
Los científicos resaltan que en en el siglo XXI se necesita establecer los cimientos para garantizar que el aire de los edificios esté limpio con una cantidad de patógenos sustancialmente reducida, contribuyendo a la salud de los ocupantes del edificio, tal como se espera para el agua que sale de los grifos.
¿Será suficiente con cumplir con la legislación actual como el RITE o se tendrá que mejorar? Si se hubiera cumplido con el RITE, en vigor desde 2007, ¿se hubieran controlado los contagios y sus consecuencias?
Los prevencionistas tenemos mucho que decir en todos estos temas, os animamos a trabajar en este sentido con la Asociación Española de Higiene Industrial.
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